El gato persa es uno de los animales más populares hoy en día. Es una raza de gato doméstico
muy característica, conocida por la forma de su rostro y su pelaje largo. Su origen lo sitúa en la
Antigua Persia, actual Irán, alrededor del siglo XVII. Fue traído a Europa por contrabandistas y
exploradores, que lo ponían al nivel de las joyas preciosas y las especias. Se dice que hasta el
famoso Cardenal Richelieu, gran amante de los gatos, tuvo un ejemplar persa.
Algunos estudiosos consideran que el
gato persa
actual proviene de la práctica del cruce con el manul, o gato de Pallas, un tipo de felino de la
zona de Mongolia y Siberia. Este animal se protege del frío con su largo y grueso pelaje, por lo
que puede vivir en zonas muy altas. También fue muy común, y sigue siendo hoy en día, la
hibridación del persa con otros gatos de pelo largo, como el
gato angora.
Cuidados del gato persa
Es un gato con una gran esperanza de vida, viviendo entre quince y veinte años
si se encuentra en el interior de una casa. Esto se debe a que lleva muchos siglos acostumbrado al
lujo y al cariño, por lo que carece de instinto callejero. En general, goza de muy buena salud y no
suele caer enfermo. No es nada independiente, necesita mucha atención por parte de su dueño, pero
no siente celos de otras mascotas, por lo que es perfecto para la convivencia.
Además, es un gato que necesita ser cepillado a diario, y que debe bañarse cada
poco tiempo, puesto que la falta de higiene puede ocasionarle problemas de salud. De esta manera,
mantiene su sedoso pelaje en perfectas condiciones. También necesita una correcta higiene ocular,
ya que al tener una nariz tan chata lagrimea demasiado, lo que obliga a su dueño a limpiar
adecuadamente los ojos del animal cada día. De carácter tranquilo, está acostumbrado a no moverse
demasiado del sofá. Por ello, se dice que en las calles no duraría demasiado.
El gato persa tiene un cuerpo robusto, de un tamaño mediano, aunque es de patas
pequeñas. Suele tener problemas de peso, al engordar mucho más rápido que otras
razas de gato,
por lo que hay que vigilar su alimentación. El peso adecuado para un adulto debe rondar los cuatro
o cinco kilos como mucho.
En resumidas cuentas, es un gato presumido que necesita continuamente el cariño
y los mimos del ser humano, aunque desconfía de los extraños. Respeta siempre los diferentes
espacios de la casa, acostumbrado incluso a las habitaciones pequeñas y a no dañar el mobiliario.
Por este carácter tan dependiente, dócil y delicado, se ha ganado el sobrenombre de «Tigre de
sofá».
Tipos de gato persa
Hay trece variedades de gato persa reconocidas por la Asociación Internacional
Felina, que varían según el tamaño, el color y el tipo del pelaje y la forma del cráneo.
Estas variaciones son divididas en cuatro grupos, según los genes del gato: los
monocromos; los poseedores del gen A, con marcas atigradas en el pelaje; aquellos que conservan el
gen C o himalayo, proveniente de los gatos siameses, con las extremidades de un color más oscuro; y
los gatos que poseen el gen I, con el pelo despigmentado.
Por supuesto, estos genes pueden combinarse cuando el animal se reproduce, dando
lugar a los diferentes tipos. El cruce de los recogidos por la AIF da lugar a gatos muy
diversos:
- El persa blanco. Por lo general, tiene los ojos azules. Aparece en muchas
películas, siempre como un símbolo de riqueza y rodeado de lujo.
- El persa negro
- El persa ahumado negro
- Persa azul
- Persa crema
- Persa rojo
- Persa jaspeado, de color plata, pardo o rojo.
- Persa Chinchilla, más pequeño, normalmente blanco o con un tono dorado.
- El persa carey y el carey blanco.
- Persa azul crema
- Persas de otros colores, como el seal point y el Sagrado de Birmania, que
recuerdan al siamés, o el gris con tonos liláceos.
Se reconocen, en total, una centena de combinaciones de colores.
Pero el color del pelaje no es lo único que diferencia a un
gato persa
de otro. También está la forma de su rostro. Por lo general, su cabeza es grande y ancha, coronada
por orejas pequeñas. En cuanto a la forma de su cara, se diferencian tres tipos:
- El clásico o tradicional, podría considerarse el rostro estándar de un felino.
Sus ojos son más redondos y están por encima de la nariz.
- Doll face o tipo abierto, una cara más dulce, como de un peluche, con los ojos
más próximos a la altura de la nariz. Normalmente, los gatos persa chinchilla tienen este tipo de
rostro.
- El tipo extremo o peke-face es el más reconocido en un gato persa, con los ojos
alineados a la altura de la nariz y un hocico más achatado. Recibe el nombre de «peke-face» por su
parecido con el perro pequinés.
Curiosidades de los gatos persas
- El cachorro de gato persa no es especialmente fácil de criar, por lo que suele
dejarse en manos de criadores profesionales para así mantener la pureza de la raza. Esto se debe,
por un lado, a la cantidad de pelo del animal, que dificulta la monta; y a la poca cantidad de
crías por camada (tienden a tener sólo una cría).
- Como ya se ha indicado, es el gato perfecto para tener en un piso o una casa
pequeña. No siente necesidad de cazar ni de salir, es muy dormilón y tan obediente que es perfecto
para convivir con niños pequeños.
- Está muy unido a su dueño y procura buscar siempre el contacto físico con
éste.
- Hay un tipo de gato Persa llamado Teacup (taza de té), uno de los gatos más
pequeños que existen. No se trata de una mutación genética de la raza pura, sino del cruce de
ejemplares persas de pequeño tamaño. Al igual que el persa clásico, es cariñoso y tranquilo, y
también necesita los cuidados adecuados para su aseo. No llega a pesar más de 3 kilos.
- Aunque el persa es un gato que no suele caer enfermo, tiende a padecer
problemas de respiración o neurológicos. No obstante, éstos pueden controlarse y eliminarse si se
detectan a tiempo.
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